APRENDAMOS DEL 19 DE JULIO DE 1977 – PARO NACIONAL

El 19 de julio se cumple un aniversario más del glorioso paro nacional de 1977, donde todas las fuerzas socialistas confluyeron con el movimiento laboral y popular para derrotar la dictadura militar gran burguesa y pro imperialista de Francisco Morales Bermúdez.

Un paro que demostró el poderío del movimiento popular y alentó el gran paro nacional del 22 y 23 de mayo de 1978 que obligó a la dictadura a convocar la Asamblea Constituyente de 1979.

Un proceso político trascendental que nos enseña la necesidad urgente de la unidad de los trabajadores, de los campesinos, de los estudiantes y de todo pueblo y sus clases oprimidas para derrotar al neoliberalismo, que no es otra cosa;  que la nueva cara del capitalismo explotador y opresor de nuestra época.

Hoy existe un escenario politico, donde la crisis económica desatada por la pandemia del coronavirus avizora un nuevo auge del movimiento social en todo el mundo; los chalecos amarillos en Francia y ahora las movilizaciones antirracistas en Estados Unidos anuncian la creciente indignación y necesidad de protestar ante las injusticias del sistema y el Perú no será ajeno a este proceso e incluso, por nuestras características económicas y política, la injusticia social que vivimos ests procesos de indignación pueden ser mucho más agudas.

Las protestas se incrementan a nivel nacional, pero son espontáneas y desarticuladas

Una de las características de nuestras protestas es su exponatenidad y desarticulación entre ellas. Para el mes de junio de este año,  la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP) convocó a dos jornadas de protesta nacional contra el gobierno de M. Vizcarra. A la par y en el mismo  los estudiantes de las universidades e institutos de Lima y Callao se movilizaron rumbo al Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) solicitando recursos para sus centros de estudio.

De igual modo, ya inicios de julio, el gremio de obreras de limpieza pública de Lima (SITOBUR) protestó frente al Municipio por sus derechos laborales; siendo dispersados y agredidos por la policía nacional. A los pocos días SITOBUR volvió a convocar una nueva jornada de protesta, realizándose el 10 de julio[1].

Así también, sucedieron las protestas de los médicos y enfermeras en  distintas zonas de Lima y regiones en el último trimestre; la Federación Médica Peruana convocó a un paro nacional [2] por las condiciones de salubridad de los hospitales, falta de equipos médicos e indumentaria para atender los pacientes con COVID 19.

Por otro lado, las comunidades indígenas organizadas en AIDESEP se auto declararon en estado de emergencia y movilización permanente, convocando a una jornada de protesta contra el gobierno por la desatención que viven en el periodo de pandemia por el coronavirus y por la defensa de su soberanía regional, dado que el gobierno intenta debilitar el derecho a la Consulta Previa Libre e Informada (CPLI) de estos pueblos; para agilizar la intervención minera en sus territorios[3].

Solo en el mes de mayo, la Defensoría del Pueblo identificó 189 conflictos a nivel nacional, de los cuales el 63% se iniciaron en confrontación directa con el gobierno central, girando en torno al control, uso y/o acceso al ambiente y sus recursos, a asuntos económico laborales; y a salubridad sanitaria.

En ese sentido, en los últimos meses estamos observando el incremento de las jornadas de protesta nacionales y regionales por la creciente indignación que existe en el país; y las protestas se van concentrando en torno a los derechos laborales, las mejoras sanitarias y la defensa del territorio y sus recursos naturales.

Primer reto: Superar las debilidades sustanciales de la protesta social

En los años 90 las organizaciones de trabajadores se debilitaron por la ofensiva política de la gran burguesía, que encarcelaba, apresaba y asesinaba dirigentes, se modificaban las normas laborales y se flexibilizaba el trabajo, utilizando el miedo y el hambre como principales elementos de disuasión para evitar que el trabajador logre organizarse y sindicalizarce. A partir de aquel periodo hasta nuestra época, las reivindicaciones y el tipo de protesta que han sucedido en el país han adquirido un carácter espontáneo con una orientación netamente economista[4] por determinadas demandas  económicas o juridicas en torno a dichas mejoras;  o de resistencia frente a la opresión de la gran burguesía, a nivel del territorio o desde algún sindicato. 

Asimismo,, todas las jornadas de protesta que concurren en un mismo periodo están desvinculadas, se inician y se desarrollan de forma independiente unas de otras, lo que determina de ante mano que la participación en estos actos de protesta serán muy reducidos; y los medios para difundir sus demandas también muy cortos. Este nivel de disgregación no solo se observa a nivel de algún gremio sindical o federación, sino también a nivel de las organizaciones territoriales y/o culturales; sus protestas nacen y culminan sin que nadie se dé por enterado más que los propios afectados.

Deesta manera, se plantean reuniones de coordinación entre los involucrados según sus niveles de indignación y frustración; y a través de sus medios artesanales  de difusión de demandas generan sus banderolas, anuncian en redes sociales y se movilizan con la esperanza de ser escuchados y atendidos por las autoridades; así pasan días, semanas e incluso meses en batalla, tratando de abrir ventanas por algún lado de quienes toman las decisiones de tal o cual cosa y conseguir sus objetivos; pero terminan cayendo en el aislamiento social y la invisibilización generada por los gobiernos y la prensa burguesa.

Lo mismo viene sucediendo con las protestas en la que articulan dos o tres agrupaciones y coinciden en sus fechas pero todas ellas levantan plataformas específicas distintas, y cada de una de ellas se resolverá de forma independiente y dependerá del contexto, capacidad de sus agremiados y el nivel de fuerza que tengan para que logren sus objetivos.

Las centrales de trabajadores así como los socialistas deben ser muy conscientes de este problema en cuanto a las movilizaciones, y se nos plantea  la necesidad de iniciar mecanismos para que la participación supere el sentido grupista o  remialista sindical tradicional y podamos avanzar a una propuesta integrada de reivindicaciones ncionales, dando apertura a los diversos tipos de trabajadores que se han generado en las últimas décadas en el país, brindando soporte a sus demandas y sobre todo articulándolas a una plataforma integral que involucre todas las reivindicaciones sociales y laborales.

Segundo reto: Profundizar la formación política y conciencia de clase de los trabajadores y del pueblo.

Pocas veces vemos como las protestas logran articularse y movilizar una acción social nacional en conjunto como sucedió en las movilizaciones del 77 y 78 en el país. Lograr ello de forma planificada y bajo una ruta de demandas nacionales es el reto del movimiento laboral y de las organizaciones de izquierda en el país.

Para lograr esta unidad es necesario que exista un proceso de formación y de experiencia que eleve la conciencia política de las organizaciones; y les haga comprender y visibilizar al enemigo común que enfrentan todas ellas; la gran burguesía y los gobiernos que los representan, desenmascarando su régimen de opresión capitalista.

La Confederación de Instituciones Empresariales del Perú CONFIEP es el gremio que centraliza toda la representación de la gran burguesía en el país, son quienes dirigen y supervisan la política económica, laboral y social, incluyendo sus fuerzas coactivas; a través de sus influencias en las instituciones del Estado y la prensa, utilizan estos mecanismos en favor de sus intereses políticos, económicos e ideológicos. Comprender ello, nos permite conocer como el gobierno de M. Vizcarra y los gobiernos que vengan a favor de estas clases dominantes; implementan la política económica en favor de sus intereses, sin importarle el costo de vidas que ello está generando a raíz de la pandemia por coronavirus, sumados al hambre y la pobreza.  Lo curioso de esto, es que nuestra izquierda lo sabe y la población lo intuye, pero lo que aún no podemos lograr es juntarnos.

El bajo nivel de conciencia política con la que cuentan las clases oprimidas, les impide comprender por donde van las acciones de los gobiernos más allá del discurso de sus presidentes. Asimismo, les impide conocer las orientaciones de la política nacional; y como afecta sus intereses; dejándose guiar por un sistema de información liderado por la prensa burguesa, quienes además imponen sus concepciones como si fueran verdades absolutas incuestionables. Por ejemplo, durante la pandemia se ha difundido hasta el hastío que la idea que el crecimiento de contagiados y el número de muertos es el resultado de la irresponsabilidad de la población y no del gobierno ni del sistema económico.

Sin embargo, no es culpa del pueblo tener uno de los niveles de educación más bajos del mundo, o tener un trabajo precario y de subsistencia; tampoco es culpa del poblador no tener hospitales para atenderse, o tener que usar un transporte público caótico y aglutinarse en un bus o una “combi” , o ser uno de los dos millones de despedidos que ha generado la pandemia;  y verse obligado a salir a vender algún producto  en la vorágine del mercado a fin de llevar  un poco de dinero a su familias. 

Los trabajadores y el pueblo deben elevar su conciencia política para comprender que esta situación es obra de la voracidad capitalista por las ganancias, del gran capital nacional y del imperialismo, y que mientras subsista esta situación, ninguna de las reformas solucionará los sufrimientos del pueblo. Los bajos ingresos, la inestabilidad laboral y el hambre no es un tema de voluntades, son hechos concretos que la gran burguesía y su prensa siempre escoden.

No es cualquier conciencia política, es la conciencia política que permite comprender la lucha de clases.

Por tanto, es condición indispensable para la unidad de todo el pueblo  hacer comprender a todas las clases oprimidas  el antagonismo entre sus intereses y los intereses de la gran burguesía y del imperialismo, desde las distintas formas en que se manifiesta esta opresión y en los diferentes ámbitos de la vida de todas las clases oprimidas, es decir desde su individualidad, su condición familiar, laboral, religiosa, desde su posición en el acceso a la justicia, en la seguridad social e integridad física, en la ciencia y tecnología; entre otros. Y como estas formas a su vez diseñan otras formas de dominación secundarias que hacen uso del sistema para desarrollarse.

Asimismo, el trabajador debe formarse una idea clara de la naturaleza económica del sistema capitalista y de la fisonomía social y política de la burguesía; para poder orientarse entre los discursos y fraseología engañosa, con los que cada clase y cada sector social encubre sus intenciones, distinguiendo qué instituciones y que leyes reflejan tales o cuales intereses. Por ello, la formación política debe permitirles a los trabajadores y al pueblo a hacerse eco de todos los casos de arbitrariedad, y de opresión en cualquiera de las clases oprimidas, aprendiendo en los hechos y desde los acontecimientos políticos concretos su antagonismo de intereses.

La unidad no es un slogan principista que se asume teóricamente, sino que debe sentirse como una necesidad en la vida diaria de los trabajadores; y para ello la conciencia política, la conciencia de clase es el elemento fundamental para lograrlo.

Si logramos eso, el populismo discursivo del presidente Vizcarra y toda la campaña liberal ampliamente difundida por la prensa burguesa será desenmascarada; y los trabajadores y el pueblo sabrán identificar que tienen en frente al mismo opresor y ello; generará un sentir común entre el trabajador, el estudiante, el campesino, el micro comerciante, el auto empleado, la familia pobre, es decir entre todas las clases oprimidas; generando la necesidad de reaccionar y protestar y avanzar en sus reinvindicaciones  de forma unitaria.

Los trabajadores asalariados y sindicalizados que confrontan con la patronal para mejorar la venta de su fuerza de trabajo, plantean aún una lucha  parcial;  pues se encaminan a lograr conseguir un mejor salario o derogar ciertas legislaturas que les permita contar con una mejor situación en sus ingresos;  sin embargo tambien deben comprender que esa confrontación es insuficiente; porque no les permitirá superar el régimen social que los pone  en la obligación de vender su fuerza de trabajo – como cualquier otra mercancia – para subsistir. En sintesis, lo que habría que ser concientes es que culaquier logro en el aspecto economico tendrá un carácter temporal, ya que se reduce solo a mejorar el precio de su esfuerzo en el mercado de trabajo; pero no cambia su situación de opresión.

La burguesía siempre buscará debilitar las organizaciones populares, gremiales y políticas; la flexibilidad laboral, la amenaza del despido a los trabajadores, la tercerización del trabajo, las reglamentaciones de las huelgas, etc. son instrumentos para debilitar los sindicatos, como así, la criminalización de las manifestaciones populares está dirigida a reprimir todas las luchas populares.

Es por ello, que todo lo que sea reducir el nivel de conciencia de clase en los trabajadores y del pueblo equivale; independientemente de la voluntad de quien lo hace, a fortalecer la influencia de la ideología burguesa en los trabajadores.  La conciencia de clase ha sido y será en el futuro;  el fundamento central de la unidad de las clases oprimidas mientras dure el capitalismo; es decir el elemento sustancial que permita la unidad de todas las voces y de todas las luchas sociales.

Tercer reto: Hay que combatir toda expresión de oportunismo y corrupción en las organizaciones

Hasta nuestros días ningún socialista podrá poner en duda que la fuerza de un movimiento social consiste en la unidad de sus masas; y su debilidad en el bajo nivel de formación política y conciencia de clase que nutre y fortalece dicha unidad y que se expresa en su debilidad a la hora de movilizarce y protestar. A ello, habría que sumarle también la capacidad y responsabilidad de sus dirigentes para dirigirlas.

La labor dirigencial dentro de la organización es de vital importancia, porque de acuerdo a la perspectiva política que tenga el dirigente sobre el escenario político nacional y la lucha que lidera, se tomarán decisiones que conducirán al movimiento a su crecimiento y unidad, o a la inercia o a su dispersión. Es por ello, que se debe dar batalla a toda expresión de oportunismo al interior de nuestras organizaciones. Entendiendo el oportunismo como cualquier acto que implica priorizar el interés propio, y obviar los principios éticos relevantes para lograr los objetivos de la organización o para resolver preocupaciones compartidas del colectivo.

El oportunismo lo hemos visto a lo largo de nuestra historia gremial y lo seguiremos viendo hoy de forma más profunda, debido a que nuestro escenario social ha modificado los valores éticos y los objetivos que fortalecían la unidad de los trabajadores. Así mismo hemos  reducido nuestro  debate ideológico y político dentro de nuestras filas, nos hemos dejade llevar por las tendencias que rechazan el marxismo o lo reducen como una teoría insuficinte;  y  a su vez muchas organizaciones han caído en la prebenda, la coacción, el encasillamiento inercial de dirigentes, y la corrupción.

El trabajador organizado debe estar preparado para identificar y luchar contra todo tipo de oportunismo al interior de sus organizaciones o inclusive fuera de ellas. Uno de los oportunismos más peligrosos es el discurso demagógico de ciertos dirigentes y políticos, que convencen a los trabajadores en el marco de falsas promesas populares pero difíciles de cumplir por sus  debilidades estructurales como son su numero y capacidad de resitencia; y que terminan convirtiendo a los trabajadores en instrumento de su propia ambición política. A los trabajadores con bajo nivel de formación política les es imposible reconocer a estos enemigos, los cuales se presentan muchas veces bajo la careta de amigos.

“Son los peores, porque en este período de dispersión y vacilaciones, en el que la fisonomía de nuestro movimiento está aún formándose, nada hay más fácil que arrastrar demagógicamente a la multitud, a la cual podrán convencer después de su error sólo las más amargas pruebas”[5].

Lo hemos visto a lo largo de la historia con ciertos dirigentes que acompañaron al movimiento social y luego de lograr una candidatura o una posición dentro de sus objetivos personales en el gobierno, cambiaron sus posiciones de lucha y se pasaron a enfilar las filas de los que oprimían a la clase trabajadora. Un caso emblemático sucedió con el expresidente Ollanta Humala que por oportunismo polítco se puso un polo rojo en s campaña presidencial como símbolo de una posición ideológica de izquierda pro laboral, pero al llegar al poder renunció a su programa de gobierno imponiendo una “hoja de ruta” que le dictó la gran burguesía en el Perú.

En nuestras organizaciones el oportunismo político más evidente es cuando se antepone la conquista de algún puesto o beneficio personal  a costa de los intereses colectivos. Los dirigentes promueven una unidad construyendo una propuesta electoral amorfa sin respaldo ni fuerza social detrás que la impulse; y  en sus discursos plantean la necesidad de  participar con vocerías; y que a través de ellos se pueda acumular fuerza en la organización e intentar cambiar las normas y leyes que oprimen al trabajador. Esta situación repetitiva que se ve visibiliza claramente en los procesos electorales debe ser comabtido:  ya que nuestra tarea central aún debería ser  elevar la conciencia del trabajador y de sus agremiados, buscando la  unidad a nivel de todas las clases oprimidas. 

El cambio legislativo o normativo laboral deberá ser impulsado a través de nuestras organizaciones, pero solo será efectivo y sostenible cuando se inicie el proceso de unidad de todas las clases oprimidas y se avance hasta lograr los objetivos comunes, los cuales se harán por aproximaciones sucesivas hasta derrotar el régimen de opresión que limita la potencialidad del trabajador como fuerza creadora de valor, de riqueza y transformación.

Otro de los oportunismos, está de la mano con ciertos grupos u organizciones donde sus diriegncias han perdido todo norte ideológico, renunciando a la lucha consecuente por la unidad y la formación política de los trabajadores y ensillándose en sus puestos de forma parasitaria, con la esperanza de que llegue algún nuevo caudillo, tipo Ollanta Humala, que les dé la oportunidad de participar de algún espacio legislativo o de sus instituciones.

Ello viene sucediendo actualmente, y existen agrupaciones politicas de izquierda que ven en el presidente M. Vizcarra una opción electoral posible o de acumulación política; y esconden sus intereses personales y someten a la organización o al inmovilismo  o a la defensa del gobierno, Estos dirigentes vienen por décadas tratando de formar un frente “amorfo” sin ideología; que les garantice contar con una participación electoral en cada elección nacional o regional, y serán los primeros en renunciar a una política colectiva de masas, de unidad y contra la liberación de todas las clases oprimidas y formas de dominación que existen en nuestra sociedad.

Finalmente, la corrupción es otra batalla dura que se debemos emprender. La corrupción no es un simple problemas de personas sin ética o moral, es propio del sistema capitalista, es su modo de competir por los recursos del Estado o comprar algún servicio historicamente desarrollado; por eso trasciende las esferas sociales y políticas y alcanza tambien a dirigentes o trabajadores, como aquellos  que han hecho de ciertas organizaciones conclaves de coacción y delincuencia, generándose mafias que se dedican a la extorsión tanto de trabajadores como de las empresas donde participan.

La lucha contra la corrupción es fundamental, pero debemos saber enmarcarla en su verdadero sentido, contra el sistema que lo genera y lo alienta. El pueblo sabe que hay mucha bulla de lucha contra la corrupción en las alturas, pero esta sigue campeando en el sistema político, judicial y policial con los que el pueblo tiene que relacionarse cotidianamente. Esta corrupción es la partera de todas las demás. En ese sentido, la labor de las organizaciones de trabajadores y populares con sus dirigentes al frente cumplen un rol fundamental contra la corrupción y para volver a encauzar a las clases oprimidas hacia la unidad y a la conquista de sus derechos sociales.

Los socialistas y la determinación de nuestras tareas

Los socialistas tienen que hacer un esfuerzo reflexivo y apuntar su agitación y propaganda hacia las denuncias políticas en apoyo a todas las luchas que las clases oprimidas tengan. Asimismo, tienen una labor pedagógica para hacerles comprender a los trabajadores que su lucha no es aislada;  que se trata de una protesta mayor orientada a cambiar no solo el marco normativo que las oprime sino también el régimen capitalista en el que se sitúan; es decir, planteando la necesidad de superarlo.

Terminamos nuestro artículo con una cita de Lenín,  tan vigente para sus tiempos como para los nuestros:

“No puede ponerse en duda que el movimiento de masas es un fenómeno de la mayor importancia. Pero la cuestión estriba en el modo de interpretar «la determinación de las tareas» por este movimiento de masas. Puede interpretársela de dos maneras: o bien en el sentido del culto de la espontaneidad de ese movimiento, es decir, reduciendo el papel de la socialdemocracia al de simple seguidor del movimiento obrero como tal (…), o bien en el sentido de que el movimiento de masas plantea ante nosotros nuevas tareas, teóricas, políticas y de organización, mucho más complejas que las tareas con que podíamos contentarnos en el período que precedió a la aparición del movimiento de masas.”[6]

Continuaremos…

Notas:

[1] https://twitter.com/udealima/status/1281434655993016320/photo/1

[2] https://www.facebook.com/FMedicaPeruana/photos/a.816204631809590/3072904599472904/

[3] El gobierno dispuso que la CPLI podía desarrollarse mediante medios virtuales en una zona donde menos del 10% de la población cuenta con internet y donde la conglomeración está restringida por el peligro de contagio.

[4] Carlos Mejía. 2020. Link: https://wayka.pe/necesario-balance-sindical-este-1-de-mayo/

[5]Lenín. Que Hacer. Ediciones en Lenguas extranjeras. Pekín, 1975

[6] Idem.